En este breve artículo el autor propone algunas reflexiones sobre cómo abordar dichos problemas, desde un enfoque proactivo (consistente en aprovechar los problemas presentes para evitar problemas futuros), frente a un enfoque reactivo (centrado en resolver los problemas pasados y saldar cuentas) y formativo (contribuye a la mejora de competencias socioemocionales en el alumnado, como el autocontrol, la asertividad o la empatía, haciéndoles más maduros y responsables).
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Juan Vaello. (Cedida)
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No quieren… y no se comportan.
Desde que se extendió, en los años noventa, la obligatoriedad de la educación hasta los dieciséis años dos problemas centraron el foco de las preocupaciones del profesorado, especialmente en Secundaria: alumnado que no se comporta y alumnado que muestra una actitud de rechazo o de pasividad ante el trabajo escolar. En este breve artículo, proponemos algunas reflexiones sobre cómo abordar dichos problemas, desde un enfoque proactivo (consistente en aprovechar los problemas presentes para evitar problemas futuros, frente a un enfoque reactivo, centrado en resolver los problemas pasados y saldar cuentas) y formativo (contribuye a la mejora de competencias socioemocionales en el alumnado, como el autocontrol, la asertividad o la empatía, haciéndoles más maduros y responsables).
Convivencia
Algunas sugerencias para llevar a buen puerto esta forma de conducir la convivencia son descargar al sistema, gestionando sin ayudas los problemas que se pueda. En este sentido, el profesorado puede dotarse de estrategias de reconducción en el aula (advertencias asertivas y calmadas, a la vez que firmes y eficaces) y en privado (entrevistas de cambio, con seguimiento fácil y potente).
Pedir ayuda cuando no se pueda reconducir un rumbo antisocial de un alumno. Las peticiones de ayuda, ni una de menos ni una de más, deben ser gestionadas por el equipo directivo y tutoría, mapeando semanalmente su distribución entre profesorado y alumnado, con el fin de decidir la persona idónea para prestar apoyo al profesorado necesitado.
Apoyos, prestados por el agente idóneo del sistema, ya sea el tutor/a, un directivo, un profesor/a voluntario o un especialista socioeducativo. Los apoyos, en un enfoque formativo, contemplan los compromisos como la herramienta preferente de cambio, dado que no sólo transforma la conducta, sino que fortalece las competencias sociales y emocionales que subyacen a aquélla.
Sanciones. Las medidas punitivas, por sus efectos secundarios negativos, deben ser el último recurso al que acudir. Siempre serán preferibles intervenciones encaminadas a 'enganchar' al alumno en la dinámica de la clase, y solo cuando las estrategias motivacionales y formativas no hayan dado resultado y la no intervención del profesorado pueda generar males mayores, como el deterioro del clima de la clase o la interferencia en el trabajo de otros alumnos, se debería pasar al uso de medidas punitivas, entendidas como una medida, aunque disuasoria, de carácter formativo, pues pretende ayudar al alumno a convertirse en mejor persona.
Motivación
El secreto de enseñar no es tanto transmitir conocimientos como contagiar ganas, especialmente a quienes no las tienen. En otros tiempos el profesorado tenía garantizadas la audiencia y la obediencia de sus alumnos, pero hoy en día tiene que ganarse el respeto y la disposición favorable del alumnado con buenas prácticas docentes. En el escenario aula ha cambiado la obra y no se puede seguir representando el mismo papel. Saber cómo ayudar a los alumnos que 'no quieren' debe formar parte de las competencias profesionales de cualquier docente que imparta clases en niveles obligatorios (y en no obligatorios).
Algunas sugerencias para mejorar la motivación
Actitud docente ante los problemas de rendimiento. Los alumnos, desde el primer día, dan señales de fortalezas y debilidades en una serie de competencias ligadas al éxito escolar: quieren aprender o no, se concentran en el trabajo o no, entienden o no, trabajan en clase o no, estudian en casa o no… Ante las debilidades competenciales, el profesorado puede reaccionar con una actitud de quejas externas (“es que no atienden”, “es que no se enteran”) o de soluciones propias (“como no atienden, yo podría…”, “como no se enteran, yo podría”). La actitud de soluciones propias (“yo podría hacer…”) implica asumir que, como docente, puedo aportar estrategias para que mejoren mis alumnos, aunque la última oportunidad dependa de ellos.
Análisis de las causas de bajo rendimiento. Los resultados se deben fundamentalmente a causas motivacionales (“no quieren”) y cognitivas (“no pueden”), sin descartar las emocionales. Averiguar qué carencias de ambos tipos alejan a cada alumno del éxito es el primer paso para corregirlas y facilitar los buenos resultados.
Competencias motivacionales. Entre estas destacamos la intención o actitud ante el trabajo escolar (desde la máxima implicación hasta el rechazo), la concentración (con la subsiguiente eliminación de estímulos distractores, tanto en clase como en casa) y los hábitos de trabajo, además del interés por los contenidos propuestos.
Competencias cognitivas. Entre estas destacamos la capacidad, la comprensión y las técnicas de aprendizaje (saber aprender).
Observación exploratoria en las clases de las competencias deficitarias (sin olvidar las fortalezas), con el fin de fortalecerlas mediante pequeñas lecciones que permitan rectificar rumbos a los alumnos.
Compromisos profesorado-alumnado de mejora, mirando siempre hacia adelante (la próxima clase, el próximo examen…), con seguimiento del cambio, cada vez más autónomo e independiente.
Metodología activa, participativa y variada. Disponer de diferentes estrategias metodológicas que permitan cambiar cuando la atención de la clase decaiga.
Poda de contenidos prescindibles, con el fin de profundizar y sobreaprender los contenidos imprescindibles.
Evaluación proactiva, entendida como la valoración formativa de las competencias a mejorar.
Resumiendo, en el alumnado hay personas que quieren aprender y se comportan de forma autónoma, mientras que otras, que no lo hacen por sí mismas, sí lo pueden llegar a hacer mediante la mediación de un profesorado implicado y preparado para hacerlo.